Dicen que cayó un titán, nacieron muchos

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maceo
Autor
José Llamos Camejo | internet@granma.cu

Cuando lo vio jurar Mariana –al cabo madre de él, y de la Patria, destino del temprano juramento: morir por ella o libertarla–, él era solo Antonio, no el Titán. Pero el bisoño arriero, que  venía «de león y de leona», incubaba la heroicidad que emana de virtudes bien moldeadas.   

Fiel a la matrona y, como ella, daría después, «con el relato de su vida, una página nueva a la epopeya». Fue la promesa del General Antonio umbral de aquella historia que, enardecida en Baraguá, cortó el aire con un «no nos entendemos», venganza del orgullo y espanto de lo indigno que asomaba oscuro en El Zanjón.

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