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En Fidel, como en Martí, se enlaza armónicamente el pensador con el hombre de acción. Desde el alegato mismo en su defensa por los sucesos del 26 de julio de 1953 en los muros de cuartel Moncada, el futuro líder del proyecto revolucionario, que pusiera fin a siglos de explotación y miseria, dejaba explícito ante el mundo su interés por una educación inclusiva y gratuita como base de su reconocimiento a la dignidad plena del hombre. Y fue certero ese ideal, pues bien se sabe que la educación acerca con entusiasmo al ser humano al arte en todas sus manifestaciones.
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