
El hecho de que en el estado de la Florida hayan fallecido más de 70 personas como consecuencia de los fuertes embates del huracán Ian, además de consternación y lamento, nos advierte de cuán necesario es sustituir el clima de odio y hostilidad por parte de los gobernantes de ese país respecto a Cuba, y permitir la contribución y la colaboración, tanto en la prevención de riesgos como en la asistencia solidaria luego del desastre.
En el año 2005, el huracán Katrina causó una gran tragedia en el territorio estadounidense, principalmente entre las poblaciones más pobres de Nueva Orleans, donde 1 800 personas perdieron sus vidas y los daños materiales aún no han terminado de recuperarse.
En aquella oportunidad, Cuba brindó su inmediata colaboración a Estados Unidos, y organizó un contingente médico que estuvo listo para partir al vecino país, pero nunca sus autoridades lo aceptaron.
Hoy nuestro archipiélago, bloqueado, castigado, limitado en recursos económicos y financieros, ha sido afectado por un ciclón que destruyó viviendas, el servicio eléctrico, las comunicaciones, las plantaciones agrícolas, industrias, centros fabriles y otros.
Junto al denodado esfuerzo de todos, la Isla ha aceptado, con agradecimiento profundo, la solidaridad de otros países, lejanos y cercanos, y de miles de personas.
Este fin de semana, la cnn se hacía eco de una declaración del mandatario estadounidense Joe Biden, quien refiriéndose a los grandes estragos causados por los huracanes en la Florida, y antes en Puerto Rico, decía: «Nuestros corazones, para decir lo obvio, no hace falta decirlo, están llenos de dolor», y especificó que, en el caso de Puerto Rico, le deben «mucho más de lo que ya ha recibido». A la par, reconoció que «la recuperación va a llevar mucho tiempo».
Recordemos cómo el entonces presidente Donald Trump hasta consideró «vender a Puerto Rico», tras la tragedia del huracán María, en septiembre de 2017. Y también es lamentable ver que hoy, cinco años después, todavía esa isla no se ha recuperado de los daños, y muchos de sus habitantes exclaman que «los nuevos impactos de eventos meteorológicos, agregan miseria».
En la Florida, de acuerdo con declaraciones de su propio Gobernador, la recuperación tardará en llegar a todos, y aún se cuantifican los que perdieron sus vidas al paso de Ian.
La naturaleza, cada vez más afectada por el cambio climático, predice cada año ciclos de peligro en los que varios eventos ciclónicos llegan, con mayor o menor fuerza, a nuestros países.
Las tristes evidencias revelan que su furia deja en planos secundarios si somos ricos y pobres, de economía fuerte o débil. Antes que eso están las personas, y en favor de protegerlas, vale más cuanto se haga para prevenir desastres y, ya ocurridos, restañar los daños, con el concurso desprejuiciado de la solidaridad.
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